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Aproximación preliminar a la diplomacia pública en la política exterior colombiana

Vanessa Romero Gutiérrezsancarlos
OPRIC

Al aproximarse al estudio de la política exterior de cualquier país, es claro que la dimensión diplomática ocupará un lugar importante en la medida en que esta define la manera procedimental en la que se manejan las relaciones entre Estados. Sin embargo, como es el caso de Colombia, la actividad diplomática se ha enmarcado en una lógica restringida en la que solamente unos pocos toman parte en la elaboración y ejecución de la agenda diplomática, siendo el acceso a ésta limitado. Surge entonces el interés de conocer si en Colombia se ha desarrollado la diplomacia pública y cómo esto puede favorecer o no el estudio alrededor de la política exterior del país.

En primer lugar, es necesario explicar el concepto de diplomacia pública. En la mayoría de trabajos sobre el tema, este concepto guarda una estrecha relación con la comunicación que establecen las instituciones de política exterior  con la opinión pública internacional buscando “vender” cierta imagen de la política exterior del país. Como lo señala María Claver Ruiz la diplomacia pública se puede entender como “la capacidad de comunicar, de tejer alianzas para, en último término, conseguir una mayor influencia en la escena global”[1]. De igual forma, de acuerdo con Jiménez Ugarte “los Estados han hecho grandes esfuerzos para potenciar su imagen exterior recurriendo a especialistas en lo que hoy se conoce como ‘proyectos marca-país’”[2]. En este sentido, se puede decir que Colombia sí ha emprendido una consolidación de su diplomacia pública a través de campañas como “Colombia es pasión” o “La respuesta es Colombia”.

Ahora bien, a pesar de que esta aproximación a la diplomacia pública es bastante interesante no es lo suficientemente amplia ni responde al interés de este análisis. El concepto de diplomacia pública utilizado por el Ministerio de Relaciones Exterior de Brasil (Itamaraty) es mucho más amplio y acertado, ya que desde esta perspectiva la diplomacia pública no se limita a la proyección de la imagen internacional del país sino que se entiende “como un instrumento hacia una mayor apertura del Ministerio de Relaciones Exteriores y de la política exterior brasileña a la sociedad civil, un esfuerzo de democratización y transparencia de las políticas públicas nacionales”[3].

Otro ejemplo de promoción de la diplomacia pública, aunque más ceñido al concepto clásico, es España. Al respecto, Claver Ruiz señala que la estrategia de diplomacia pública debe tener cuatro prioridades i) coherencia, eficacia y transparencia de la acción exterior, ii) promover y proyectar nuestros valores e intereses, iii) situar al ciudadano en el centro de la política exterior y iv) proyectarnos globalmente como país avanzado.[4] Es sobre la primera y la tercera de las prioridades que se encuentra correspondencia con el concepto que se maneja en Itamaraty. De tal forma, es claro que la diplomacia pública debe propiciar el acercamiento del ciudadano común a este tipo de temas siempre en un marco de transparencia y democratización.

Partiendo de la idea de que la diplomacia pública es respuesta a la era de globalización en la que la demanda de información, tanto interna como externa, la política exterior debe ser cubierta en el menor tiempo posible y de la manera más eficaz. Es claro que ya no se espera que la diplomacia se restrinja al ámbito de las comunicaciones oficiales y apegadas a un protocolo. La conexión proveída por las tecnologías de la comunicación y de la información hace que la necesidad de conocer la información sea inmediata por lo que no tiene sentido seguir un proceso burocrático para acceder a ésta. Como lo señala Rafael Rubio “la diplomacia es ahora, por defecto, abierta, pública y digital”[5]. En el mismo sentido, Bruce Gregory indica que la diplomacia pública ha de servirles a los diferentes actores de la sociedad para involucrarse en la construcción de las agendas públicas.[6] Por ello no tiene lógica que el acceso a estas agendas este mediado por un proceso retardado.

Así pues, en términos generales, se concibe la diplomacia pública como un instrumento que permite a las instituciones de política exterior del país establecer canales de comunicación directa y transparente con la sociedad civil para la elaboración de planes concernientes a esta materia. Uno de los temas que han de tener su base en la diplomacia pública es el de la agenda ministerial.

Así pues, en el caso colombiano un claro ejemplo de la ausencia de diplomacia pública es la dificultad para acceder a la agenda ministerial. Si bien en la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores se encuentra una sección de “Agenda Ministerial” esta se limita a mostrar los eventos o reuniones en los que participará la ministra el mismo día que se consulta, o sea, no hay acceso a la agenda a largo plazo. Para poder tener acceso a ésta es necesario hacer una solicitud formal al Ministerio de Relaciones Exteriores a través de un derecho de petición para que desde allí se facilite dicha agenda.

En conclusión, el desarrollo de la diplomacia pública en Colombia es escaso en la medida en que persisten una serie de procedimientos burocráticos para acceder a información en materia de política exterior y relaciones internacionales del país, como lo es la agenda ministerial, que debería ser de conocimiento público. El hecho de tener que recurrir a un derecho de petición para acceder a la agenda de la ministra evidencia que aún no se han concretado los principios de transparencia y democracia en la política exterior del país y que hace falta trabajar para involucrar a los diferentes sectores de la sociedad civil quienes con un mejor acceso a esta agenda seguramente tendrían más posibilidades de realizar ejercicios de presión, concertación y posicionamiento de sus propias agendas. Es, dicho de otra manera, indispensable, como un primer paso, establecer la agenda ministerial en un marco de diplomacia pública para que se pueda democratizar, en términos reales, la política exterior del país.


[1]Claver Ruiz, M. Introducción. La diplomacia pública como reto de la política exterior. Seminario. Escuela diplomática. Madrid. Septiembre de 2014. Recuperado de http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/SalaDePrensa/Multimedia/Publicaciones/Documents/2015_ABRIL_FOLLETO%20SEMINARIO%20DIPLOMACIA%20PUBLICA.pdf. Pág. 7 Consultado el 22 de febrero de 2016

[2]Jiménez-Ugarte, J (2006). Diplomacia pública, el caso español. Política Exterior, 20(110), 187–196. Recuperado de http://www.jstor.org/stable/20645911Diplomacia pública, el caso español. Pág. 89

[3]Diplomacia pública. Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. http://www.itamaraty.gov.br/index.php?option=com_content&;view=article&id=10394&Itemid=348&lang=es

[4] Óp.Cit Claver Ruiz. pág. 8

[5]Rubio, R. La diplomacia pública: nuevos actores en un escenario nuevo. En La diplomacia pública como reto de la política exterior. Seminario. Escuela diplomática. Madrid. Septiembre de 2014. Recuperado de http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/SalaDePrensa/Multimedia/Publicaciones/Documents/2015_ABRIL_FOLLETO%20SEMINARIO%20DIPLOMACIA%20PUBLICA.pdf. Pág. 8 Consultado el 22 de febrero de 2016

[6]Gregory, B.(2008). Public Diplomacy: Sunrise of an Academic Field. The Annals of the American Academy of Political and Social Science, 616, 274–290. Recuperado de http://www.jstor.org/stable/25098004